sábado, 10 de diciembre de 2011

En un mercado libre, el banco “malo” debería ser privado

En el mercado común europeo, concebido al parecer como un mercado libre, para los negocios, pero no fundamentalmente para la asistencia social, el BCE no quiere ayudar a la banca pública, sino sólo a la privada. —Va contra la propia concepción de la Unión Europea reflejada en el Tratado de su constitución.

Con ello, probablemente, Europa no quiere hacerse cargo de las negligencias de los Estados soberanos en sus incumplimientos de los compromisos de déficit fijados en el Tratado (un máximo del 3% para entrar…, y se ha de suponer que también para permanecer…). Y es razonable pensar que, si un Estado no cumple para nada sus presupuestos y se endeuda por un claro descontrol del gasto público, evidentemente no está cumpliendo esos compromisos y resulta insolidario con el resto de la Unión Europea, quedando como una carga para ella. Así se ha visto, por ejemplo, en el caso de Grecia, cuyo lastre puede llegar a quebrar toda la economía del euro e incluso la global, dada la condición fundamental de esta moneda en el mundo.

Los Estados, que son soberanos, deben poder planificar sus economías y llevarlas a cabo con medidas políticas. Y la Unión Europea entiende que el cumplimiento de esas políticas es fundamentalmente una cuestión de voluntad.

Ahora bien, parece que nuestra deuda no se ha debido fundamentalmente a excesos y descontroles en el gasto público, sino a que nuestro Estado ha hecho las funciones que se suponía que debía haber llevado a cabo el BCE: amparar la solvencia de la banca privada (entre otras cosas, para evitar que los depósitos de los ciudadanos quedaran al descubierto).

Si el BCE niega el crédito a la banca pública y sólo puede prestar a la privada, entonces, en buena lógica, debe ser el BCE el que se haga cargo del rescate de la banca privada y no los Estados los que se endeuden en ello sin poder luego recibir la asistencia europea. Si la banca privada recurre al BCE en busca de crédito (barato: 1%), el Estado ya no necesita asistirla y queda liberado del compromiso de rescatarla.

En medio de la confusión generada por la crisis económica actual, se ha creado —quizá deliberadamente— la impresión de que el bienestar social no es sostenible por el sector público. Pero, en realidad, lo que no es sostenible es que el Estado se haga cargo de la solvencia de los bancos privados, sobre todo cuando éstos han llegado a una quiebra debida a la falta de intervención del Estado en el mercado libre de la vivienda. La Seguridad Social sí es sostenible: aún hoy tiene superávit. Lo que ha llevado a nuestro Estado al déficit y a menoscabar parte del superávit de la Seguridad Social ha sido el rescate a la banca privada: eso es lo que un Estado no puede hacer.

En este empeño de nuestro Gobierno por intervenir en el mercado libre —pero a posteriori, sólo para deshacer los entuertos de la banca y haciéndose cargo él de las pérdidas—, se está barajando la posibilidad de crear un banco “malo” público donde recoger los activos tóxicos de la banca, para sanearlos con una recaudación impositiva extra a costa de la ciudadanía. Es justo lo contrario de lo que normalmente es un banco: un sitio donde no hay dinero, sino deudas, y donde nosotros no ingresamos dinero para rentabilizarlo y disponer de él, sino a fondo perdido, como si quisiéramos hacernos cargo solidariamente de las pérdidas del fracaso especulativo o del fraude de la burbuja inmobiliaria. —Eso sí, con tal de que así salgamos ya de una vez por todas de la crisis económica: ¿!?

Ahora bien, con el gesto del BCE de abaratar los créditos a la banca privada y negarlos radicalmente a la pública, queda claro que la solución de la crisis financiera y crediticia no está en el Estado, sino en el propio mercado libre, pues, al menos en el caso de España, no es el Estado quien necesita un rescate, sino la banca:
  1. Son los bancos con dificultades los que deben recurrir a los préstamos baratos del BCE, no a la intervención del Estado.
  2. Y los que no puedan sobrevivir con estos créditos, y resulten insolventes, como las empresas que quiebran, deberán abrir los expedientes correspondientes (suspensión de pagos, EREs, etc.) y quedar abiertos al mercado libre: absorciones, fusiones… sea con otros bancos nacionales, o internacionales de la zona euro, o con cualquier otro con interés en ello, de acuerdo con el régimen del mercado libre.
  3. Y, de considerarse conveniente la creación de un banco “malo” para concentrar en él los activos tóxicos, entonces, tendrá que ser la banca privada la que forme algo así como un consorcio, para crear ese banco “malo” privado.
Esa debería ser la manera de asumir las deudas generadas fundamentalmente por la explosión (previsible) de la burbuja inmobiliaria en un mercado libre. —Y el régimen de libre mercado implica también que el valor de los activos tóxicos (las viviendas depreciadas) debe ajustarse al precio real de mercado actual, de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda. Esta ley, que benefició inicialmente a los promotores para especular subiendo artificialmente los precios, debe beneficiar ahora a los ciudadanos para que los precios bajen al nivel que ellos puedan o estén dispuestos a pagar.

2 comentarios:

  1. Eres un plasta publicando lo mismo en Twitter sin cesar. Pesado. Eso es lo que eres. Y un cansino.

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  2. Siempre puedes evitar leerlo...

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