miércoles, 25 de enero de 2012

Propuesta para debate para la reforma laboral

En el problema de la relación laboral del trabajador con su empresa lo ideal sería poder conciliar los derechos del trabajador -entre ellos, sobre todo, una cierta estabilidad en su puesto de trabajo-, con una flexibilidad y versatilidad suficiente para poder adaptarse a la situación o la evolución de la empresa. Y quizá la clave está, si es que es posible, en aunar los intereses de ambas partes, es decir, en plantear una comunidad de intereses.

Por un lado, con frecuencia, a la empresa le conviene tener una plantilla de trabajadores suficientemente estable, para mantener la continuidad de la producción y evitar tener que estar formando continuamente a personal nuevo en continua sustitución. -Por cierto, que esta idea puede servir para reflexionar sobre el papel del funcionariado en la Administración pública: ésta no se puede interrumpir en función de los cambios políticos, ni puede el personal cambiar al dictado de esos cambios.

Pero, por otro lado, la empresa privada no puede comprometerse con una plantilla de trabajadores al igual que lo hace la pública con el funcionariado, sino que necesita algo de flexibilidad en la contratación laboral, porque las circunstancias de la producción en el sector privado no son las mismas que las de los servicios públicos, que son permanentes y han de estar garantizados. -Y, por cierto, esto nos puede servir para reflexionar sobre la diferencia y la necesidad de un sector público para prestar los servicios básicos con calidad.

La clave, lo ideal, sería que en las empresas hubiera al menos una parte de la plantilla con suficiente antigüedad y que además ésta (que es estabilidad tanto para el trabajador, como para la empresa) fuera acompañada de alguna forma de remuneración económica (como los 'trienios' en la función pública). Pero, para que esto no fuera gravoso al proyecto empresarial, esa remuneración podría no ser enteramente en forma de liquidación mensual o anual al trabajador, sino, al menos en parte, en forma de inversión que revierte a la propia empresa y la capitaliza. Por ejemplo, en forma de acciones de la empresa.

Podría entonces establecerse o regularse que una parte del valor de la empresa tuviera que destinarse a esta forma de participación de sus trabajadores: ello ayuda a la ampliación de capital del proyecto empresarial, a la vez que incorpora a éste al trabajador, no sólo como mano de obra, sino también como 'socio', estableciendo una comunidad de intereses.

El trabajador estable y cualificado no es un lastre para la empresa, sino, más bien, un activo, que aporta valor añadido a ésta, con su experiencia, conocimiento, calidad de trabajo, garantía, confianza...; pero también participa económicamente en ella. Para la empresa esa remuneración ligada a la estabilidad no repercutiría como "coste", sino como inversión, ampliación de capital y del proyecto empresarial, expansión... Y además gana un trabajador incentivado, motivado a cooperar y a participar en los objetivos de la empresa, en definitiva, un socio.

No es preciso que toda la plantilla de trabajadores sea así, sino que en la definición del proyecto empresarial tendría que planificarse las necesidades de recursos humanos de una manera estratificada o modularizada.

1. Tendría que haber, al menos, un núcleo básico o kernel de empleados-socios: pues, una empresa no es sólo capital, sino también, ante todo, un proyecto humano, en el que no sólo interviene el promotor -emprendedor-, sino también necesariamente una plantilla mínima de trabajadores (recursos humanos).

2. Y luego podría haber también otros sectores estratificados o modularizados de personal y necesidades más volátiles, flexibles, eventuales, que podría ser provisto por agencias o empresas de empleo (temporal) o mediante subcontrataciones... es decir en términos menos comprometidos, menos estables, más circunstanciales (y entre estas circunstancias está también la coyuntura económica).

Las agencias o empresas de trabajo (temporal) podrían gestionar: 1) bolsas de empleo; 2) contactos con otras empresas móviles, portátiles, para subcontrataciones de servicios puntuales; 3) cursos de formación para trabajadores candidatos y para empresas, etc.

Quizá este régimen de contratatación de trabajadores-socios suene algo idealista. Pero pondré un ejemplo de la vida real:

Una de las primerísismas agencias de publicidad del mundo mantiene el siguiente tipo de relación de contratación al menos con algunos de sus clientes, entre los que se cuentan algunas de las principales marcas y multinacionales mundiales.

Cuando éstas se dirigen a ella para contratar sus servicios publicitarios, la agencia NO les presenta un catálogo de servicios y una tarifa, entre los cuales la empresa multinacional escoge el producto que, una vez realizado, la agencia entrega, cobra, y... ¡que te vaya bien! Eso es muy mediocre, y esta agencia de la que hablo no es nada mediocre ni trata con empresas mediocres: no les ofrece un anuncio de 20 segundos, o, si lo quieren de 30 segundos, pero entonces cuesta un poco más. Y, si además, quiere que le gestione su difusión, entonces será tanto (€), etc. NO.

Lo que hace esa agencia es pedir a la empresa contratante un informe de la empresa y de su situación, de su producto, de sus expectativas de expansión y de la distribución deseada para el producto... y luego le presenta una oferta: quiero una participación del tanto por cien de tu empresa; VAMOS a vender juntos el producto, y VAMOS  a ganar también juntos, seremos socios... Y, no te preocupes, de la campaña me encargo yo. En la campaña no escatiman gastos: no hay tarifa, no hay catálogo, no hay límite de tiempo o de iniciativas... sino objetivos comunes, compartidos. La agencia hace suyo el interés, no de vender "ese" producto en particular, sino de expandir la empresa en cuestión. Cree en lo que hace y se implica en ello: se dedica a ello. Se diseña una campaña, se evalúa, se corrige, se extiende, se sigue trabajando en ello, todos los días, sin límites de presupuesto, de tiempo... Esta agencia VENDE el producto que anuncia: ¡lo VENDE! Produce beneficios a la empresa contratante (socia) y comparten los beneficios. Y, si viera que el producto es malo y no se vende, sencillamente abandonaría su participación en la empresa... (sin cobrarle nada por los servicios prestados).

Ante todo, creo que se trata: 1) de eliminar los prejuicios de los enfoques ideológicos tradicionales por ambos lados sobre el trabajo, el capital y los beneficios; 2) de comprender la empresa no como una estructura jerárquica de poder económico, sino como un proyecto humano de producción cooperativa en cierto grado (aunque no sea necesariamente una cooperativa completamente igualitaria, horizontal, sino por participación proporcional); 3) de introducir, por un lado, una dosis mínima de cooperativismo en la empresa privada, y de socialización de los beneficios (pues habría una infraestructura latente de quasi "sociedad anónima" en todas las empresas), pero, por otro lado, de introducir también una cierta dosis de espíritu emprendedor e inversor en los propios trabajadores, que ya no serían meros asalariados, sino socios partícipes de su propia empresa.


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